


El Presidente Abinader estaba promoviendo lunes la importancia de un pacto fiscal, con una reforma tributaria aprobada este año para subir la presión fiscal del país. Y es verdad que la tasa de presión fiscal de la República Dominicana, alrededor de 13% del PIB antes de la pandemia, es casi la más baja en América Latina, al mismo nivel con muchos países africanos. Y el país seguro necesita más recursos para mejorar sistemas de salud y de educación, y para desarrollar la infraestructura nacional.
Pero el problema fiscal real es que los impuestos ya están demasiado altos. Y sin dar resultados proporcionales. Una "reforma fiscal" de tasas más altas hará más daños que beneficios a la economía dominicana.
Una empresa formal paga un 27% de su beneficio en impuesto sobre la renta (ISR). Y para un dueño disfrutar de estas ganancias, aún si es una pequeña o mediana empresa, tiene que pagar hasta 25% en ISR personal--una doble imposición. Además, si se supone que un cuarto de sus ingresos compra bienes y servicios donde cobran ITBIS de 18%, llegamos a 50% de imposición.
El poder de compra de un asalariado también puede llegar a la mitad de lo que podría recibir. Primero, aunque el trabajador solamente vea 5%, la Seguridad Social toma 20% de lo que paga el empleador para sus servicios. Después, el ISR toma hasta 25% de su salario nominal (es decir, de 85% de lo que el empleador paga). Si poco más de la mitad de sus compras atrae ITBIS, llegamos a 50%.
Y, por supuesto, estos no son los únicos impuestos que enfrentan ni las empresas ni los asalariados. Y no hablo hoy de lo que cobra la Dirección General de Aduanas, que merece su propio análisis.
La pregunta obvia es, ¿Por qué, con impuestos tan altos, no hay recaudaciones mayores?
Las respuestas son distintos. Para el ITBIS, la tasa elevada es un desincentivo fuerte para la informalidad, evitando este impuesto completamente. Pidiendo una cotización para una compra, la respuesta “¿Con ITBIS o sin ITBIS?" se escucha mucho.
Para el ISR, las empresas normalmente tienen una multitud de deducciones y otras estrategias disponibles para reducir la factura fiscal. Pero para los asalariados, bueno, no hay recurso, y tienen que pagar...y por eso están en la calle pidiendo que el gobierno les devuelva su 30%.
¿Que se debe hacer? En estas circunstancias, aumentar los impuestos en sí no es la solución obvia. Un primer paso, y parece que el Presidente Abinader está tratando de mejorar la situación, es convencer a los contribuyentes que sus impuestos sirven a su país y no a sus funcionarios. Una fuerza de Estados Unidos es que cada ciudadano, y pues cada funcionario, comprende bien que el gasto público se hace con el dinero del contribuyente. Para dar un ejemplo, los peores lapiceros del país--porque los más baratos--se encuentran en la administración federal. Progreso en esta área podría reducir el afán de los dominicanos para no pagar impuestos. Pero es sólo un primer paso de un camino largo.
Un segundo paso debe ser una reforma profunda de la DGII, con recurso para los contribuyentes fuera de la misma. No es aceptable que se permitan acciones arbitrarias de parte de los agentes de DGII, cuando el sólo recurso es su propio Departamento de Reconsideraciones (que puede tomar años para responder). Igualmente, las penalidades abusivas para atrasos de pago (11% el primer mes y 5% cada mes después) deben ser reducidas. Depender de amnistías periódicas no es una solución. Estos cambios son medidas para establecer una confianza pública que la DGII no es una organización de piratas lista a confiscar todo lo que ve.
El ISR total de las compañías ("personas jurídicas") totaliza alrededor de 2% del PIB. Resultado de una tasa de 27%, significa que los beneficios declarados no están más del 8% del PIB. Este incluye todas las personas jurídicas, de las grandes empresas hasta las MIPYMES. Esta cifra no es creíble. Tras una serie de prácticas bien conocidas, las empresas llegan a bajar sus beneficios declarados a una cifra lejos de la realidad.
Pero ya hemos visto que declarar los verdaderos beneficios resulta en una imposición de 50%. Esto no es razonable tampoco. Una medida posible sería limitar las deducciones permitidas. Otra opción posible sería transparentar por lo menos las empresas de pocos dueños (casi todas que no son sociedades anónimas). Así, los beneficios de las empresas serían automáticamente transformados en ingresos personales de los dueños. De esta manera, desaparecería la doble imposición. Se podría aún introducir una tasa más alta--un 30%?--para personas con ingresos muy altos; sin embargo, lo básico sería llegar a una carga fiscal que sea más elevada, pero no el 50% nominal que conlleva la doble imposición.
Se puede describir estos cambios como una reforma fiscal, pero no son los cambios que está imaginando el presidente. Sería bueno romper el ciclo de más impuestos y más evasión. Ojalá que la propuesta del gobierno no llegue allá.
Wayne Camard




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