El secuestro de los dos dominicanos en Haití ha atraído la atención de todos sus compatriotas a la situación caótica en ese país. Aunque sí, es importante recuperarles sanos y salvos, la República Dominicana tiene más en peligro en Haití que estas dos vidas. Y hay más que hacer para protegerse que simplemente rescatar a los secuestrados. Los dominicanos deben estar preguntándose, ¿Cuál estrategia debemos adoptar frente a la crisis en Haití?
Al parecer, el presidente de facto, Jovenel Moïse, podrá mantenerse en el poder durante los doce próximos meses, remplazando la constitución actual con una escrita por su gente (aunque el proyecto--hay que ver la versión final--no permite a Jovenel presentarse de nuevo para la Presidencia). No obstante, la oposición continuará a luchar contra el gobierno de Jovenel. Es decir, hay poca perspectiva que la situación caótica actual, con sus secuestros y sus manifestaciones, mejorará antes de la salida de Jovenel...y después, no hay mucha esperanza tampoco: el próximo presidente--aun si (un SI grande) las elecciones tienen lugar con tiempo y sus resultados están ampliamente aceptados--será el heredero de un país con divisiones políticas fuertes y una situación de seguridad difícil.
En paralelo con la crisis política, los haitianos tienen que enfrentar una inestabilidad económica fuerte, incluyendo apagones largos y una penuria de carburante; una inseguridad alimenticia fuerte, que toca a 4 millones de haitianos; y la pandemia de COVID-19, para lo cual el país tiene poca esperanza para vacunarse, con compromisos de vacunas muy limitados del consorcio COVAX y de China.
En noviembre 2019, durante una conferencia en la PUCMM patrocinada por el entonces diputado Ito Bisonó, el diplomático guatemalteco Edmond Mulet habló de como establecer las bases para un mejor futuro para Haití. Según el Dr. Mulet, ex-jefe de las operaciones de NN. UU. para mantenimiento de la paz y ex-jefe de la MINUSTAH en Haití, la solución necesita una fuerza internacional para gobernar Haití durante unos 20 años, el tiempo necesario, según él, para transformar Haití en un país funcional. El Dr. Mulet podría tener razón, pero su visión es un sueño: la instalación de una fuerza extranjera planificada para 20 años podría ser la única manera de unificar los haitianos--contra las Naciones Unidas.
Sin embargo, puede ser que una fuerza internacional nueva sea necesaria. Vemos que el caos creciente de los últimos años ha permitido el restablecimiento del control de las bandas armadas en los barrios. Aunque las bandas nunca fueron eliminadas completamente, las operaciones militares de la MINUSTAH en 2006-07 rompió el control de las mismas en los barrios, especialmente el más grande, Cité Soleil, y estableció un nivel de seguridad mínimo en Puerto Príncipe. Será extremadamente difícil, especialmente en el ambiente político contencioso que vive el país ahora, de restablecer ese nivel de seguridad sin una operación parecida. La policía nacional no puede hacer esta tarea, y no hay ejército: solo una fuerza militar extranjera puede cumplir este trabajo.
¿Cuáles son las consecuencias de un Haití desordenado para la República Dominicana? Haití no podrá enfrentar su crisis alimenticia, aumentando la presión migratoria. No podrá crecer su economía, segundo destinatario de las exportaciones dominicanas (después de los EE. UU.), costando empleos aquí. Y no podrá tomar medidas eficaces contra el COVID, potencialmente dejando un pozo del virus al otro lado de la frontera. Y eso es sin hablar de las consecuencias de la incapacidad del gobierno enfrentar a los narcotraficantes en Haití. Parece claro que un Haití inestable presenta una amenaza fuerte para la República Dominicana.
El Presidente Abinader ha sido claro que la República Dominicana no puede asumir solo la carga de Haití. Hasta ahora, no se ha visto mucha reacción. Frente a la reducción de apoyo financiero a las NN. UU. durante la administración Trump, el organismo redujo el nivel de sus tropas alrededor del mundo de 100.000 a 80.000: nada para Haití. Con un restablecimiento del presupuesto para NN. UU. de Joe Biden--y con el énfasis de él en eliminar las causas fundamentales de inmigración dentro de los países que envían migrantes a EE. UU.--posiblemente existe una apertura para un regreso del organismo internacional a Haití. La diplomacia dominicana debe enfocarse en lograr este objetivo. Los dominicanos no deben contentarse solo con la liberación de los dos presos.
Wayne W. Camard
Economista
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